1. EN ESTOS días de conocimiento aumentado las personas no están interesadas en cuentos; ellos quieren hechos. Esto aplica particularmente al asunto del Mesías. Y acerca de esto el Eterno no nos ha dejado en tinieblas. Nos ha dado la evidencia necesaria para identificar al Mesías en su Santa Palabra, la Biblia.
2. La Santa Biblia es una gran luz que ilumina el futuro. Esto se hace claro en el Salmo 119:105 (J), donde leemos:
* «Tu palabra es una lámpara para mis pies, y una luz a mi camino.»
3. La razón por la que muchas personas están viviendo en densas tinieblas en cuanto al futuro del eterno plan Divino es porque no son estudiantes de la Biblia. Hoy día no encontramos Biblias en muchos hogares, y en la mayoría de los hogares donde las encontramos, están guardadas en un húmedo estante cogiendo polvo.
Es desafortunado que no se está leyendo ni estudiando las Escrituras. El Eterno nos ha asegurado que si leemos y estudiamos con empeño su Palabra, él nos revelará el futuro; sus rayos de luz iluminarán nuestro sendero para que sepamos hacia dónde vamos. En cuanto a los días venideros, el Todopoderoso ha declarado:
* «He aquí, las cosas anteriores han llegado a suceder, y yo declaro cosas nuevas; antes de que surjan yo les hablo de ellas.» (Isa. 42:9 (J).
Leemos además del mismo profeta hebreo:
* «Recuerda las primeras cosas de antaño; que yo soy Poderoso…y no hay nadie como yo; que declaro el fin desde el principio, y desde tiempos antiguos cosas que no se han hecho aún.» Isaiah 46:9 (J).
4. Siendo que nuestro Poderoso eterno sabe todas las cosas, el futuro está igualmente presente con él. Tal vez más que ninguna otra cosa, las profecías de la Biblia y su cumplimiento testifican de su inspiración divina. Por eso el hombre no necesita adivinar. Puede conocer el futuro si estudia las Santas Escrituras. Leemos sobre esto:
* «Porque no hará nada Adonáy Yhwh si no revela Su secreto a Sus siervos los profetas.» Amós 3:7 (L).
Entonces, si el Eterno no hace nada a menos que revele sus secretos a Sus siervos los profetas, podemos creer que él revelaría ciertamente un evento tan importante como la venida del Mesías. Y esto es lo que Él ha hecho. El Eterno no sólo ha revelado la identidad del Mesías, sino que ha revelado también el mismo año en que vendría el Mesías. Piense en ello: el mismo año en que el Mesías vendría se predijo, y Daniel fue el siervo escogido del Eterno mediante quien se dio a conocer. Pero antes que nada, leamos en la sagrada Toráh estas palabras de Moisés:
* «Las cosas secretas pertenecen a Yhwh nuestro Poderoso; pero las cosas reveladas pertenecen a nosotros y a nuestros hijos para siempre.» Deuteronomio 29:28 (J).
Se predice el año de la venida del Mesías
5. Consideremos ahora lo que nos ha revelado el Poderoso sobre este importante asunto. Un estudio cuidadoso de tan importante profecía de Daniel 9:24-27 revela que se mencionan dos eventos principales en conexión con la venida del Mesías:
(a) La restauración de la ciudad de Jerusalem, la reedificación del Templo, y el retorno del pueblo de Israel de su cautiverio en Babilonia;
(b) La destrucción de Jerusalem, y el pueblo de Israel sacado de su país.
6. Demasiado bien sabemos que el pueblo de Israel estuvo en cautividad en Babilonia por 70 años. Regresaron a su patria y reedificaron la ciudad de Jerusalem y su Templo. Su cautiverio de 70 años había sido predicho por el profeta hebreo Jeremiah, y la profecía se cumplió con precisión cuando los judíos regresaron a su patria.
7. En el año 70 de la Era Común, Jerusalem y su Templo fueron destruidos por los romanos, y el pueblo de Israel fue expulsado de su patria para vagar por todas partes del mundo.
8. La profecía verídica de Daniel sobre la venida del Mesías se encuentra en lo que se conoce como el periodo profético de 70 semanas, o 490 años (Daniel 9:24-27). (Véase el diagrama en la página 1). Este periodo habría de comenzar con tres eventos:
(a) La restauración del pueblo de Israel a su patria (verso 25).
(b) La reedificación de Jerusalem (verso 25).
(c) La reedificación del Templo (verso 25).
El fin del periodo profético de 490 años es seguido (en el 70 E.C.) por tres eventos:
a) La destrucción del Templo (versos 26 y 27).
b) La destrucción de Jerusalem (versos 26 y 27).
c) La dispersión de los judíos de su patria (versos 26 y 27).
9. Todas estas cosas sucedieron al principio y al final de esta maravillosa profecía según se predijo. ¿Pero qué habría de suceder durante esos 490 años? Si el comienzo y la secuela de la profecía se cumplieron con exactitud (y recuerde que fueron escritos como 600 años antes de que ocurrieran los eventos) entonces la profecía sobre lo que sucedería durante ese periodo debió haberse cumplido también con exactitud. Con esto todos tenemos que estar de acuerdo.
10. Como pueblo judío, tenemos que admitir que hemos esperado varios milenios por la venida del Mesías y, en lo que concierne a la mayoría de nosotros, él no ha venido. Por esta razón muchos de nuestro pueblo han abandonado toda esperanza de que vendrá, y hasta algunos han perdido la fe en su religión.
11. Nuestra Santa Biblia no sólo contiene profecía que predijo el año de la venida del Mesías, sino que también da el mismo nombre por el que se le conocería. Además, nos dice cómo podemos saber si ha venido o no.
12. Leemos en la Biblia estas palabras registradas por Moisés:
* «El cetro no se apartará de Judáh, ni el legislador de entre sus pies, hasta que venga Shiloh, y a él se juntarán los pueblos.» Génesis 49:10 (L).
13. Sobre esta afirmación profética, leemos en los escritos de los antiguos sabios hebreos:
«El cetro no se apartará de Judáh alude al Mesías, hijo de David,» etc. –Midrásh Rabáh, sobre Génesis, capítulo 97, NV (vol. 2, p. 906, de la edición Soncino: 1961).
14. Si estas afirmaciones son verdaderas, ¿no está claro que el Mesías vendría antes que el reino de Judáh dejara de existir? El último monarca en reinar sobre Israel fue el rey Herodes Agripa I, que murió en el 44 E.C. Desde ese día hasta hoy nunca hemos tenido un rey que sostenga el cetro sobre Judea. ¿Qué significa esto para nosotros como judíos? ¿Pudiera ser que el Mesías ya vino y nosotros no lo sabemos? Antes de que contestemos esta pregunta, leamos de Libro de Oración judío que se usa para el Día de Expiación. Note cuidadosamente esta declaración y luego léala otra vez:
«Nuestro justo ungido [Mesías] se ha apartado de nosotros; el terror se ha apoderado de nosotros, y no tenemos a nadie que nos justifique. Él ha llevado el yugo de nuestras iniquidades, y nuestra transgresión, y ha sido herido por causa de nuestra transgresión, él lleva nuestros pecados sobre sus hombros, para hallar perdón por nuestras iniquidades. Seremos curados por su herida, en el tiempo en que el Eterno lo creará [al Mesías] como una nueva criatura. Oh, tráelo desde el círculo de la tierra. Levántalo desde Seír, para congregarnos por segunda vez sobre el Monte Líbano, por la mano de Yinón.» –Majsór, Libro de Oración para el Día de Expiación (traducido por A. Th. Phillips), p. 239 (Hebrew Publishing Co., New York).
¿No es este un reconocimiento tácito de que Él (el Mesías) ha venido ya una vez, y que además, vendrá otra vez?
Que «Yinón» se refiere al Mesías se hace claro en el Talmud:
«¿Cuál es su nombre [del Mesías]? –La escuela de Rabí Shila dijo: Su nombre es Shilóh, porque está escrito: hasta que venga Shilóh. La escuela de Rabí Yanáy dijo: su nombre es Yinón, porque está escrito: Su nombre durará para siempre; antes que fuera el sol, su nombre es Yinón.» –Sanhedrín 98b p. 667 de la edición Soncino.
El mismo pensamiento se recalca en esta declaración:
«¿De dónde sabemos sobre el Rey Mesías? Porque se dice: ‘Su nombre durará para siempre. Antes del sol su nombre será continuo (Yinón)’ (Sal. 122:17). ¿Por qué se llamó su nombre Yinón? –Porque él despertará del polvo de la tierra a los que duermen en Hebrón, por eso se llama su nombre Yinón, como se dijo: ‘Antes del sol su nombre es Yinón.’ (Idem.).» –Pirké de Rabí Eliézer. –Traducido por G. Friedlander, p. 233 (publicado por la Block Publishing Co., N. Y.: 1916).
La visión de Daniel
15. Estudiemos ahora cuidadosamente y en detalle esta profecía de los 490 años; debería traer gran gozo al corazón de todos nosotros. Leemos:
* «En el primer año de Darío el hijo de Ahasuero, de la simiente de los medos, que fue hecho rey sobre el reino de los caldeos; en el primer año de su reinado yo Daniel entendí por libros el número de los años, de los que la palabra de Yahweh vino al profeta Jeremiah [25:11,12; 29:10], que Él cumpliría 70 años de la desolación de Jerusalem.» Daniel 9:1,2 (H).
Daniel sabía que los 70 años del cautiverio babilónico de los judíos estaba por terminar y así oró al Eterno para que la prometida restauración se realizara:
* «Y puse mi rostro al Soberano Elohim, para buscar mediante oración y súplica, con ayuno y saco, y cenizas; y oré a Yhwh mi Poderoso… Y mientras oraba,…el hombre Gabriel…me tocó como a la hora del sacrificio de la tarde.» Daniel 9:3-5, 20,21 (H).
16. El Todopoderoso contestó rápidamente la súplica de su siervo, y envió al arcángel Gabriel para hacerle saber a Daniel lo que quería saber. Le dijo:
* «Daniel, he venido para hacerte sabio con entendimiento. Entiende el asunto y considera la visión. Setenta semanas están cortadas para tu pueblo y para tu santa ciudad, para terminar la transgresión, y para poner fin a los pecados, y para expiar la iniquidad, y para traer justicia eterna, y para sellar la visión y la profecía, y para ungir al santísimo. Sabe y entiende: Desde la salida de un mandamiento para restaurar y reedificar a Jerusalem hasta el Príncipe Mesías (habrá) siete semanas y sesenta y dos semanas; será restaurada y será edificada una calle ancha y una plaza, en la angustia de los tiempos. Y después de las sesenta y dos semanas el Mesías será cortado, y no por sí mismo; y el pueblo del príncipe que vendrá destruirá la ciudad y el santuario, y el fin de ella (será) con diluvio, y hasta el fin de la guerra están determinadas desolaciones. Y él confirmará un pacto con muchos por una semana; y a la mitad de la semana hará cesar el sacrificio y la ofrenda, y por causa de las abominaciones esparcidas hará desolación, hasta la consumación, y lo que está determinado sea derramado sobre el desolador.» Daniel 9:24-27 (Heb.).
¿Pero qué significa la expresión «setenta semanas»? La palabra hebrea traducida correctamente al español en Daniel 9: 24 como «semanas» es shabuím. Denota una unidad de siete, y puede referirse a un periodo de siete días o siete años. Cuál de los dos se debe entender aquí debe decidirse por el uso en el contexto. He aquí algunos hechos para considerar:
(a) En su comentario sobre Daniel 9:24, el Dr. Judah B. Slotki dice sobre las «setenta semanas» que representan 490 años (7 x 70 = 490), y que esta profecía es «una alusión a la era Mesiánica.» Véase su libro Daniel, Ezra, Nehemiah, ps. 77-79 (Edición Soncino del 1966). Él dice también: «La fraseología críptica puede haber sido sugerida por el ciclo de 70 años de Lev. 25. La expresión ‘semana de años’ ocurre en la Mishnáh (Sanhedrín 5:1).» –Idem p.77.
(b) Isaac Leser, notable erudito hebreo y traductor bíblico, ha dicho: «Escritores judíos antiguos pensaron que el segundo Templo permaneció 420 años, lo cual con los 70 años del cautiverio babilónico, hacen 490 años.» –Los veinticuatro libros de las Sagradas Escrituras, sexta edición, p. 907 (Block Publishing Co., New York: 1914).
(c) El tratado talmúdico Nazír 32b (p. 118 de la edición Soncino del 1936) leva una nota editorial al calce (No. 6) que se refiere a Daniel 9:24-27 y dice:
«Esta profecía fue emitida al principio del cautiverio de 70 años en Babilonia. Desde la restauración hasta la segunda destrucción se dice que pasaron 420 años, haciendo en total 490, es decir, 70 semanas de años.»
(d) En el Midrásh Rabáh, sobre Lamentaciones, Proemios (p. 65 de la edición Soncino del 1951), Se cita Daniel 9:27, y una nota editorial al calce (No. 2) comenta: «‘Semana’ representa un periodo de siete años.»
(e) El tratado talmúdico Yomá 54a (p. 254 de la edición Soncino del 1938) cita Daniel 9:27, y en una nota editorial al calce (No. 6) comenta que «‘una semana’ en Dan. 9 significa una semana de años.»
Restauración de Babilonia
17. Por los anteriores escritos judíos es claro que nuestros sabios hebreos entendieron que el Eterno había asignado al pueblo judío 70 semanas de años (un total de 490 años) en los cuales traer la justicia eterna. Note de nuevo el verso 25, donde la palabra «entiende» se usa por tercera vez:
* «Sabe y entiende tú: Desde la salida de un mandamiento para restaurar y reedificar a Jerusalem hasta el Príncipe Mesías (habrá) siete semanas [de años] y 62 semanas [de años].»
18. Siendo esto así, necesitamos ahora averiguar cuándo fue dado el mandamiento, o decreto, para reedificar a Jerusalem. Una vez se establezca esto, podemos saber con seguridad cuándo habría de aparecer el Mesías. Leamos la propias palabras del decreto:
* «Artajerjes, rey de reyes, a Ezra el sacerdote, el escriba de la Ley del Poderoso del cielo, y demás. Y ahora, yo hago un decreto, que todos los del pueblo de Israel, y sus sacerdotes y sus levitas en mi reino, que tienen en mente de su propia voluntad libre ir contigo a Jerusalem, vayan’…Bendito sea Yhwh, el Poderoso de nuestros padres, que ha puesto una cosa como esta en el corazón del rey, para embellecer la casa de Yahweh que está en Jerusalem.» Ezra 7:12,13,27
19. El decreto emitido por Artajerjes I (Longímano), rey de Persia, fue puesto en vigor en el 457 A.E.C. Véase Ezra 7:7-9; 8:31-33. Es cierto que algunos comentaristas le han asignado otras fechas, pero ellos han pasado por alto un hecho importante. Tres reyes persas tuvieron parte en la restauración y reedificación de Jerusalem después del exilio babilónico del pueblo judío, y esa obra no se completó hasta que se puso en vigor este decreto por el rey Artajerjes. El rey Ciro emitió su decreto en el 537 A.E.C. (Ezra 1:1-4; 2Crónicas 36:22,23). El rey Darío I (Hystapes), como en el 518 A.E.C. (Ezra 6:1-12). Y el rey Artajerjes I (Longímano), en el 457 A.E.C. (Ezra 7:1-26).
El registro bíblico lo confirma:
Tres decretos de restauración
* «Ellos edificaron y la terminaron, según el mandamiento del Poderoso de Israel y según el decreto de Ciro, y Darío, y Artajerjes rey de Persia.» Ezra 6:14 (J).
En otras palabras, se requirieron los tres decretos reales para cumplir el «mandamiento del Poderoso de Israel,» y la restauración de Jerusalem no pudo completarse hasta que salió el tercer decreto en el 457 A.E.C. Reconociendo el punto de partida de esta profecía como el otoño del 457 A.E.C., leamos otra vez:
* «Setenta semanas [de años] están determinadas sobre tu pueblo y sobre tu santa ciudad.» Daniel 9:24
20. Estas setenta semanas, entonces, fueron asignadas al pueblo judío para terminar sus transgresiones, traer la justicia eterna, y ungir al santísimo.
21. Las 70 semanas de años son literalmente 490 años. Así, 490 años fueron asignados a nuestro pueblo judío desde la salida del último mandamiento en el 457 A.E.C. para restaurar a Jerusalem, y para poner todas las cosas bien con el Eterno. Reconociendo que el mandamiento para restaurar a Jerusalem se hizo efectivo en el otoño del 457 A.E.C., se verá prontamente que añadir los 490 años a esa fecha nos lleva al otoño del año 34 de la Era Común, el fin del tiempo asignado al pueblo judío para poner las cosas bien entre ellos y su Poderoso. Leamos otra vez de Daniel:
* «Sabe tú y entiende: Desde la salida de un mandamiento para restaurar y reedificar a Jerusalem hasta el Príncipe Mesías [habrá] siete semanas [de años] y 62 semanas [de años].» Daniel 9:25.
22. Esta profecía es sencilla y fácil de entender, porque siete semanas de años y 62 semanas de años nos dan un total de 483 años literales desde la salida del mandamiento para restaurar a Jerusalem hasta el tiempo del Mesías. Es bueno notar que esta profecía la cumplió hasta el mismo año Yahshúa.
23. Ahora, note esta extraña e iluminadora cita de nuestro Sidur Prayerbook for the New Year:
* «Sea tu voluntad que el sonido del shofar que hemos tocado hoy sea enhebrado en tu tejido por la intercesión de Eliyah y por Yeshúa el Príncipe de tu presencia y Príncipe de poder. De modo que tú recibas nuestras súplicas y nos extiendas tu compasión.» –Traducción por A. Th. Phillips, revisado y aumentado, p. 100 (Hebrew Publishing Co., New York). (*Esta parte aparece en hebreo solamente en el Sidur. Se encuentra también en otros Sidurím.)
Tenemos que preguntar, ¿Cómo los sabios que escribieron el Sidur sabían que el nombre del Mesías es Yeshúa? Esto lo veremos más claro en futuras lecciones.
La venida del Mesías
24. Veamos los números otra vez. (Véase el diagrama). Añada los 483 años al tiempo cuando se emitió el mandamiento para restaurar a Jerusalem, que fue el otoño del 457 A.E.C. Esto nos lleva hasta el 27 E.C., el mismo año señalado por Elohim para que el Mesías hiciera su aparición en público. En el tiempo señalado para todos los que entraban al sacerdocio judío, 30 años de edad, apareció el Mesías. Su aparición pública para comenzar su ministerio empezó en el río Jordán donde estaba Juan sumergiendo al pueblo arrepentido en agua mediante un rito que en algunos aspectos se parecía al Mikvéh de hoy día. Leemos:
* «Entonces Yeshúa vino de Galilea a Juan en el Jordán para ser sumergido por él…Y después de sumergirlo, Yeshúa salió enseguida del agua; y he aquí, los cielos se abrieron, y él vio el espíritu de Elohim descendiendo como paloma, [y] viniendo sobre él. Y he aquí, una voz del cielo, diciendo: Este es mi Hijo amado; en quien me he complacido.» Matáy 3:13-17 (Gr.)
25. El Mesías apareció en el tiempo exacto que Elohim había señalado para que él comenzara su ministerio, en el año 27 de la E.C.
Los judíos aceptarán al Mesías
26. Entre nuestros rabinos hoy día hay muchos hombres piadosos, pero no estudian las profecías de la Biblia y no conocen la verdad sobre el Mesías. Sin embargo, unos pocos rabinos que han estudiado las profecías mesiánicas han aceptado a Yeshúa como el único Mesías Judío.
27 Viene pronto el tiempo cuando muchos rabinos y miles de nuestro pueblo judío se unirán a esta gran reforma entre los verdaderos israelitas. Hay hoy día congregaciones judías que aceptan a Yeshúa como el Mesías judío y están esperando su segunda venida como Rey de reyes.
28. En segundo lugar, algunos de nuestro pueblo judío tienen la idea errónea de que si un judío acepta a Yahshúa como el Mesías, deja de ser judío. Eso está lejos de la verdad. En realidad, es lo opuesto. Según la Sagrada Biblia, uno no conoce plenamente el gozo de ser un verdadero judío hasta que acepta a Yahshúa, el Mesías, y sigue todas las enseñanzas de las Sagradas Escrituras. Uno sabe lo que significa ser un verdadero judío cuando, con la ayuda divina, observa todos los mandamientos del Eterno. Esto incluye la observancia del Shabát, desde la puesta de sol el viernes hasta la puesta del sol el sábado. También se abstiene de comer trafé (comidas inmundas) porque es insalubre, y porque lo condena el Eterno en Su palabra mediante Moisés.
29. En tercer lugar, el Mesías del que estamos hablando no es el «Cristo» de los cristianos, a quien ellos proclaman como «Dios» y como parte de una Trinidad. No; el verdadero Mesías judío que se presenta en los escritos apostólicos es un siervo humilde que nunca pretendió igualarse con el Todopoderoso, fue siempre obediente a la voluntad del Padre celestial, y obedeció siempre toda la Toráh, dejándonos un ejemplo perfecto de obediencia a toda la voluntad del Poderoso de Israel. Él mostró su humildad y su sumisión al Padre cuando dijo:
* «19El Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre… 30Yo no puedo hacer nada por mi cuenta.» (Yojanán 5:19, 30 Biblia de Jerusalem).
30. Algunas personas dicen que si el Mesías hubiera venido, tendríamos ya el Reino de Yhwh en esta tierra. Sin embargo, según la Sagrada Escritura, cuando se estudia y se entiende bien el plan de redención, encontramos que el Mesías tiene que venir dos veces, primero como Mashíaj Ben Yoséf, y luego como Mashíaj Ben David. Su primera venida fue para sufrir por medio de tomar nuestra culpa y pagar la penalidad por nuestros pecados. El Mesías no cometió pecado, por lo tanto es nuestro Salvador y Redentor. Así que todos los que lo aceptan como su Redentor no tienen que morir por sus pecados, porque al aceptarlo a él como Redentor, la penalidad por los pecados del creyente ha sido pagada. Sin embargo, el pecador que voluntariamente rechaza al Mesías como su Redentor tendrá que enfrentar la penalidad por sus propios pecados y morirá una muerte eterna.
31. La segunda venida del Mesías hijo de David, sin embargo, es muy diferente. Su propósito entonces será recompensar a todas las personas, tanto a justos como a injustos. Todas las personas justas y piadosas serán libradas del mal y redimidas, y vivirán en un paraíso edénico para siempre; pero todos los impíos serán destruidos. Por lo tanto, queda de nuestra parte tomar una decisión. ¿Vamos a aceptar el testimonio de las Sagradas Escrituras, según nos lo dio el Todopoderoso, o vamos a rechazarlo, como han hecho muchos?
32. Debe recordarse que si nuestros antepasados hubieran estudiado diligentemente las Escrituras Sagradas en lugar de seguir las tradiciones de los hombres, muchos habrían aceptado al Mesías. Pero como estaban siguiendo la tradición, y no las enseñanzas de los Escritos Sagrados, muchos judíos, al seguir su ejemplo, también han rechazado a su propio Mesías judío.
33. Amados, que el Eterno nos ayude a vivir de tal manera que podamos ser hallados entre aquellos justos que han aceptado al Mesías como su Redentor. Así estaremos listos cuando él venga por segunda vez, como Mashíaj Ben David. Entonces, como sus discípulos y protegidos viviremos por toda la eternidad.
(Preparado en inglés por: The Israelite Heritage Institute. Versión española y adaptación de: Publicaciones Menorah.)