¿Cuál Biblia Debemos Usar?
Varias veces me han llegado preguntas relativas a cuál traducción de la Biblia es la mejor.
De entrada tenemos que decir, en honor a la verdad, que no existe una traducción de la Biblia que sea «la mejor.» Cada traducción tiene sus propios méritos y cada una tiene un rasgo en el que es superior a las demás. Todo depende de lo que uno quiere encontrar en una traducción y de los criterios aplicados para compararlas. Veamos algunos criterios:
1. Lenguaje. El lenguaje puede ser antiguo o moderno. Si usted lee el Salmo 23:1 en la versión original de Casiodoro de Reyna, del 1569, verá ahí:
«Iehoua es mi paftor, no me faltará. En lugares de yerua me hará yazer: junto a aguas de repofo me paftoreará.»
La misma versión, revisada en el 1960, dice:
«Jehová es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me ha descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará.»
Estos cambios se deben a la evolución natural del idioma español.
Y una versión más corregida, y en lenguaje más moderno, la Biblia de Jerusalén, dice:
«Yahvéh es mi pastor, nada me falta. Por prados de fresca hierba me apacienta. Hacia las aguas de reposo me conduce.»
También hay lo que se llaman versiones parafrásticas, como la Versión Inglesa para Sordos, que dice:
«El Señor es mi pastor. Siempre tendré todo lo que necesito. Él me hace recostar en pastos verdes. Me guía por tranquilos estanques de agua.»
Como se verá, aunque el mensaje de todas las versiones es el mismo, la manera de expresarlo varía según el objetivo particular de cada traducción.
2. Fidelidad al texto original. Este concepto está relacionado hasta cierto punto con el anterior. Algunos traductores consideran que una traducción literal es más fiel al original, mientras que otros consideran que una traducción más libre, que exprese en lenguaje moderno lo que el autor inspirado dijo en idioma antiguo, es más fiel al original. Esto es ya cuestión de perspectiva.
Los autores de la Traducción del Nuevo Mundo (Watch Tower) consideran que una traducción fiel al original debe ser muy literal. Esto puede ser verdad hasta cierto punto, aunque puede ser también un impedimento para entender el texto bíblico. Por ejemplo, el Salmo 33:16, en la literal Traducción del Nuevo Mundo, dice:
«No hay rey que sea salvo por la abundancia de las fuerzas militares; un hombre poderoso mismo no se libra por la abundancia de pujanza.»
Esa traducción es, no solamente exageradamente literal sino también resulta en un español inelegante y feo. Una traducción menos literal pero mucho más elegante, poética y bonita es la de la Biblia Latinoamérica:
«No salva al rey lo inmenso de sus tropas, ni su gran fuerza libra al que combate.»
Así que no siempre el literalismo es mejor, a veces resulta en una traducción inelegante y pesada.
Otro ejemplo de esto es el Salmo 42:1. En la T.N.M. dice:
«Como la cierva que ansía las corrientes de agua, así mi alma misma te ansía, oh Dios.»
Mientras que la Versión Israelita exalta el pasaje poético con un lenguaje mucho más hermoso y rimado:
«Como brama el ciervo por las aguas del río, así clamo yo por ti, Poderoso mío.»
Así que «literal» no siempre es sinónimo de fidelidad. Al contrario, una versión menos literal pero más poética hace más justicia al texto sagrado, especialmente cuando se trata de pasajes poéticos.
3. Fidelidad a los nombres hebreos. Si dos traductores americanos tradujeran al inglés los cuentos de Juan Bobo, y uno de ellos lo llamara «Tales of John Fool», mientras que el otro lo llamara «Tales of Juan Bobo,» ¿cuál sería más correcto? «Tales of John Fool» es buen inglés, pero «Tales of Juan Bobo» es una traducción más fiel al original porque el personaje de los cuentos es un muchacho hispano y su nombre debe permanecer hispano en toda traducción, en cualquier idioma del mundo.
Este es el problema con casi todas las traducciones de la Biblia al español. Pretenden españolizar los nombres hebreos, y de esa manera dichos nombres pierden su sabor hebreo, y en muchos casos su significado. En esto también excele la Versión Israelita de las Sagradas Escrituras.
Por ejemplo, en todas las traducciones españolas la esposa de Adam se llama Eva. En la Versión Israelita se llama Jawáh, que es como dice el texto hebreo, y significa «vida.»
Todos transcriben el nombre del asistente de Moisés, «Josué.» La VI lo transcribe exactamente como aparece en el texto hebreo: Yahoshúa.
Y así con todos los nombres hebreos; se pueden leer en la VI exactamente como se pronuncian en el original hebreo. Esto quizás suene extraño e innecesario para muchos lectores, pero para los estudiantes más avanzados de la Biblia es de gran utilidad para percibir el original hebreo de una manera más auténtica y vívida.
4. Fidelidad al contenido textual. Las traducciones del Nuevo Testamento hechas de los manuscritos del Siglo 12 (el Textus Receptus) contienen muchas palabras, frases, y hasta versículos completos que son interpolaciones, o sea, que fueron añadidos al texto original.
Por otra parte, las que se basan en los manuscritos del Siglo cuatro (el Texto Vaticano) tienen eliminaciones de palabras, frases, y hasta versículos completos que fueron quitados del texto original.
¿Cómo sabemos esto? Porque se ve claramente cuando comparamos esas versiones con la Peshita. ¿Qué es la Peshita que la hace tan autorizada en cuanto al contenido textual? Pues es nada menos que la versión más antigua del Nuevo Testamento que se conoce hasta hoy. Se basa en manuscritos arameos del Siglo dos, así que representa manuscritos mucho más antiguos que todos los demás. De la tan importante Versión Peshita hablaremos en un futuro próximo.
—Yosef Alvarez