Por Voy Wilks
¿Ascendió Yahshua a su Padre en su cuerpo físico?
Cuando revisemos los diversos pasajes que tratan de este tema de estudio, veremos que el Mesías, ciertamente, ascendió al Padre en el mismo cuerpo en el que fue sepultado, aunque había sido cambiado de un cuerpo mortal (sujeto a la muerte) a un cuerpo inmortal (incapaz de morir), pero era el mismo cuerpo. Las cicatrices en sus manos, pies y costado fueron la razón misma, parece, por la que Tomás se convenció de que Yahshua había en verdad resucitado de los muertos. El apóstol Pablo lo explica así:
“He aquí les digo [les explico] un misterio. No todos dormiremos [moriremos], pero todos seremos transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta. Porque sonará la trompeta, y los muertos se levantarán incorruptibles, y esta naturaleza [o cuerpo] mortal se vestirá de inmortalidad. Cuando esto corruptible [el cuerpo] se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad, entonces se cumplirá el dicho que está escrito: La muerte es tragada en victoria. Oh muerte, ¿dónde está tu victoria? Oh muerte, ¿dónde está tu aguijón?” (1Cor. 15:52-55 Revised Standard Version).
Nosotros los mortales ganamos la victoria sobre la muerte y el sepulcro mediante Yahshua el Mesías porque, así como él se levantó de los muertos a inmortalidad, nosotros también nos levantaremos de los muertos a inmortalidad. (1Cor. 15:42-44; Rev. 20:4-6). Este cambio se realiza cuando los muertos salgan de sus tumbas en la primera resurrección. Al mismo tiempo, los santos vivos serán transformados en un momento (a inmortalidad) para recibir a Yahshua en el aire. (1Tes. 4:13-18). Esto será cuando suene la última (y séptima) trompeta (1Cor. 15:52; 1Tes. 4:16; Mat. 24:31; Rev. capítulos 8-11, especialmente 10:7 y 11:15).
Las Escrituras nos dicen que aun cuando no podamos entenderlo, seremos “como él” (Yahshua) cuando aparezca otra vez (1John 3:2). Job, el antiguo santo, nos ayudó a entender mucho cuando dijo:
“Porque yo sé que mi Redentor vive, y que él se levantará en el último día sobre la tierra. Y aunque los gusanos de mi piel destruyan mi cuerpo, aun en mi carne veré a Elohim; a quien yo veré por mí mismo, y mis ojos lo verán, y no otro; aunque mis riñones se consuman dentro de mí” (Job 19:25-27 King James Version).
Esto indica una resurrección del sepulcro. Job en su carne, con sus propios ojos (no los ojos de otro) verá a Yahweh. Esto, por supuesto, será después que la carne de Job sea transformada en carne inmortal (imperecedera); esto es, su cuerpo físico será transformado en un cuerpo espiritual, entonces sus ojos verán a Yahweh.
La comprensión del cuerpo espiritual se hace más fácil por el proverbio que dice: “El cuerpo físico es tangible y real, pero el cuerpo espiritual es más real que el cuerpo físico.”
De esto es de lo que se trata la salvación, de ser resucitados de nuestro mayor enemigo, la muerte y el sepulcro (1Cor. 15:26). Son nuestros cuerpos físicos los que están cautivos por la muerte y el sepulcro. Yahshua vino a librarnos de la muerte, y del temor a la muerte (Eze. 18:4; Rom. 6:23); “a libertar a todos los que por el temor a la muerte estaban sujetos a una vida de servidumbre” (Heb. 12:15). El apóstol Pablo escribió que nosotros y toda la creación estamos en “servidumbre” a la degeneración y la muerte, pero esperamos el tiempo cuando seremos “libertados” y vendremos a ser hijos de Yahweh (Rom. 8:18-25). Mientras tanto, “esperamos la adopción como hijos, la redención de nuestros CUERPOS.” (Rom. 8:23).
En vista de todos estos pasajes, es razonable concluir que este mismo cuerpo humano se levantará de los muertos, pero en el momento de levantarse se le dará la inmortalidad, haciendo imposible morir otra vez. Este cuerpo mortal “se viste de inmortalidad,” y así viene a ser un ser espiritual en el momento de levantarse de los muertos (1Cor. 15:42-44). El cuerpo carnal es primero, y solamente después viene el cuerpo espiritual, el cuerpo inmortal (1Cor. 15:45-48). El mismo cuerpo que se pone en el sepulcro (y no algún espíritu etéreo dentro de él) será salvado (redimido) de la muerte y el sepulcro. Yahshua obtuvo las llaves de la muerte y el sepulcro (Rev. 1:17,18). Y él, por así decirlo, abre las puertas de la prisión que mantiene activa a toda la humanidad, la muerte y el sepulcro. Y para asegurarse de que el Yahshua que murió fue el mismo Yahshua que resucitó, léase este iluminador pasaje:
“Y mientras ellos decían esto, Yahshua mismo se puso de pie en medio de ellos. Pero ellos estaban asombrados y asustados, y suponían que veían un espíritu [un fantasma o aparición]. Y él les dijo: ¿Por qué están turbados?, …Vean mis manos y mis pies, que yo mismo soy; pálpenme. Y vean, que un espíritu no tiene carne y hueso como ustedes ven que yo tengo.” Lucas 24:36-39, 50 Revised Standard Version).
(NOTA del traductor: Según una tradición del judaísmo tradicional, el cuerpo muerto se disuelve en la tierra con excepción de un hueso que llaman en hebreo “luz,” el cual nunca desaparece. Y a partir de ese hueso será que el Creador reconstituirá el mismo cuerpo de cada uno de los muertos que resuciten. Al menos, esta tradición evidencia una creencia en que el cuerpo de la resurrección es el mismo cuerpo que murió, excepto que será hecho de nuevo e inmortal.)