En mi trabajo con traductores, particularmente con el Comité de Idioma Común de Indonesia, me he concientizado mucho sobre los problemas de traducción que se relacionan específicamente con el Antiguo Testamento. Dos de estos problemas se van a discutir en este articulo: Citas y alusiones del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento, y aparentes inconsistencias dentro del Antiguo Testamento.
Con relación al primer problema, se hace la observación de que una cita en el Nuevo Testamento a menudo no concuerda con su contraparte del Antiguo Testamento. El problema se hace mas serio por el hecho de que a veces una idea teológica en particular que el Nuevo Testamento quiere resaltar, o no es obvia o está ausente en el Texto Hebreo.
¿Con relación al segundo problema, los traductores se desconciertan y no están seguros de manejar aparentes discrepancias dentro del registro del Antiguo Testamento, sea que éstas se encuentren en un solo libro (como los diversos detalles en el relato del diluvio en Génesis 6 al 9), o en libros diferentes (como la diferencia en detalles entre Reyes y Crónicas). ¿Deben dejarse a un lado estas discrepancias, o deben reconciliarse de alguna manera en la obra de traducción?
Estas preguntas son asuntos serios, especialmente cuado se ven desde una posición en particular con relación a la naturaleza de la Biblia como la Palabra de Dios. A menudo se afirma que un aspecto importante de la declaración de que “la Biblia es la Palabra de Dios» es que la Biblia tiene que tener el componente de «exactitud.» En cuanto a la relación entre el Antiguo y Nuevo Testamentos, «exactitud» significaría entre otras cosas, que cuando unos pasajes del Antiguo Testamento se citan en el Nuevo Testamento, la cita del Nuevo Testamento y el pasaje del Antiguo Testamento deben estar en completo acuerdo, tanto en fraseología como en interpretación. Si este no es el caso, entonces viene a ser un problema teológico para los traductores, el cual ellos ignoran o tratan de resolver de varias maneras, y una manera de resolverlo es hacer ajustes en el pasaje del Antiguo Testamento para que concuerde con su contraparte en el Nuevo Testamento.
El texto del Antiguo Testamento: Niveles de significado.
A la luz de nuestra discusión de arriba, es necesario considerar en cuál nivel de significado estamos interesados cuando traducimos un texto del Antiguo Testamento que no es necesario porque la formación del Antiguo Testamento incluye varias etapas, cada una de las cuales representa un nivel de significado. Podemos, por ejemplo, hablar de los siguientes niveles de significado cuando manejamos un texto del Antiguo Testamento:
el significado del Antiguo Testamento atribuido por las fuentes (que a veces puede descubrirse, pero a menudo es imposible de recobrar)
el significado del Antiguo Testamento atribuido por los escritores o editores.
el significado del Antiguo Testamento atribuido por el editor final.
el significado del Antiguo Testamento atribuido (entendido) por la comunidad de creyentes cuando aceptan este texto como Escritura.
el significado del Antiguo Testamento atribuido por el canon completo.
el significado atribuido por los escritores del Nuevo Testamento.
el significado del Antiguo Testamento atribuido por un interprete moderno dentro de una comunidad moderna de fe.
¿Cual de estos niveles de significado estamos traduciendo? En lo que sigue voy a sugerir ciertos principios que tratan de todo este asunto de traducir el Antiguo Testamento. Estos principios son sugerencias mas bien que «leyes,» pero se presentan para abrir la discusión sobre cómo debe traducirse el Antiguo Testamento de la manera más exacta y responsable posible.
Traduciendo pasajes dentro del Antiguo Testamento
1. El Antiguo Testamento debe traducirse primariamente como una Escritura Judía o Hebrea. Aunque el Antiguo Testamento es parte del canon cristiano, y puede interpretarse como tal, es mucho más util traducir el Antiguo Testamento como si fuera solo y no como una parte de la Biblia entera. Este enfoque garantizara que el significado del Antiguo Testamento (significados 2 y 3 arriba) se haga primario en la obra de traducción.
2. El Texto Hebreo del Antiguo Testamento es el texto básico que se va a traducir. Esto significaría que siempre que haya una diferencia entre el Texto Hebreo y otras versiones (como la Septuaginta), es el Texto Hebreo el que debe prevalecer. Este principio es muy importante cuando se traducen pasajes del Antiguo Testamento que se citan en el Nuevo Testamento, ya que los escritores del Nuevo Testamento a menudo no citan del Texto Hebreo, sino de la Septuaginta.
3. Siempre que haya diferencias en lo que concierne a información detallada, éstas no deben ser armonizadas. Esto resulta cierto de diferencias que se encuentran en el mismo libro o entre libros diferentes. El material del Antiguo Testamento nos ha llegado ya con estas diferencias, y el traductor debe ser fiel a esta característica particular del Antiguo Testamento.
4. No debe haber un intento de «cristianizar» el Antiguo Testamento. El Antiguo Testamento debe traducirse de tal manera que refleje en la traducción cualquier principio moral o idea teológica que esté presente en los libros del Antiguo Testamento, aun si estas ideas puedan considerarse pre-cristianas, o hasta anti-cristianas.
5. Conceptos y vocabulario distintivamente cristianos no se deben usar en la traducción de textos del Antiguo Testamento. Términos como «Cristo,» «Espíritu» (con E mayúscula), «Espíritu Santo,» «iglesia,» y otros, tienen un uso especialmente cristiano, y por lo tanto deben evitarse en la traducción del Antiguo Testamento.
6. Con relación a pasajes del Antiguo Testamento que se citan o a los que se alude en el Nuevo Testamento, se debe hacer todo esfuerzo por traducir estos pasajes naturalmente en su contexto de Antiguo Testamento, mas bien que a la luz de su uso e interpretación en el Nuevo Testamento.
7. Finalmente, debemos traducir la forma y el significado del texto en el tiempo cuando se recibió como Escritura por la comunidad confesante (significado 4 en los niveles arriba). En muchos, y tal vez la mayoría de los casos, el significado de este nivel será el mismo que el significado en el nivel 3 (el editor final) y hasta cierto punto del nivel 2, pero aúm es cierto decir que estos niveles de significado no son el objeto primario de la obra de traducción. En forma, sin embargo, habría considerable diferencia entre el nivel 4 y los niveles previos. Y es importante reconocer que cando traducimos cualquier libro del Antiguo Testamento, tomamos en serio la forma que asumió cuando fue reconocido como Escritura por la comunidad confesante. Por ejemplo, a la vez que reconocemos la validez de las conclusiones de la moderna erudición bíblica de que el libro de Isaiah puede haber sido escrito par más de una persona, en la obra de traducción el objeto de nuestro interés es el libro de Isaiah como un solo libro, siendo que esa es la forma canónica que se recibió como Escritura por la comunidad confesante.
Pasajes del Nuevo Testamento que citan del Antiguo Testamento
1. Cuando se traduce un pasaje que es una cita del Antiguo Testamento, debemos traducir el significado del Antiguo Testamento atribuido par el Nuevo Testamento, independientemente de si armoniza o no con la intención del texto del Antiguo Testamento.
2. Pasajes del Nuevo Testamento que se citan del Antiguo Testamento deben traducirse como textos del Antiguo Testamento, escritos por escritores del Antiguo Testamento, y no por escritores cristianos. Estas citas se toman en serio por los escritores del Nuevo Testamento como que se originaron en un periodo especifico de la historia de Israel. Por lo tanto, no deben cristianizarse por medio de leer conceptos cristianos en ellas, o por usar un vocabulario distintivo en la traducción.
Lo que significa todo esto es que cuando un traductor está traduciendo el Antiguo Testamento, incluyendo citas del Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento, debe traducirlo primariamente como una escritura judía, y sólo secundariamente como escritura cristiana. El traductor debe evitar la tentación de leer el Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento o de leer el Nuevo Testamento en el Antiguo Testamento. De esta manera, la integridad del Antiguo Testamento como Escritura judía y eventualmente como parte del canon cristiano, no se compromete en absoluto en la obra de traducción.
Algunos comentarios adicionales
Habiendo dicho todo, agregaré ahora algunos comentarios que cualifican las sugerencias anteriores.
1. Cuando es posible en base textual, exegética y lingüística armonizar los textos del Antiguo Testamento con sus contrapartes del Nuevo Testamento, debe hacerse. Lo que esto significa es que si el texto hebreo del Antiguo Testamento puede traducirse de la misma manera que el texto griego en el Nuevo Testamento, sin ningún compromiso en lo concerniente al texto, el idioma, y la exégesis, entonces el texto del Antiguo Testamento debe traducirse de la misma manera que su contraparte del Nuevo Testamento. Si el Antiguo Testamento permite otras interpretaciones, estas alternativas deben ponerse como notas en el texto del Antiguo Testamento, pero NO en el Nuevo Testamento.
2. Este principio al menos abre la posibilidad de armonizar los textos del Antiguo Testamento con su contraparte del Nuevo Testamento. Hay peligros en esta proposición, pero si se usa con cuidado, ofrece grandes posibilidades. Lo que la proposición no permite es leer el Antiguo Testamento en el Nuevo Testamento, esto es, cambiar el pasaje del Nuevo Testamento citado del Antiguo Testamento para que armonice con su contraparte del Antiguo Testamento.
3. Cuando sea posible en base textual, exegética y lingüística traducir un texto de manera que se permita una interpretación posible que ya es prevaleciente en la fe cristiana, entonces esto puede hacerse. Sin embargo, se deben tener en mente dos cosas. En primer lugar, la frase «ya prevaleciente en la fe cristiana» es muy importante en esta proposición. Lo que se quiere decir aquí no es una idiosincrasia aislada de algún grupo pequeño, sino una interpretación sostenida por un numero grande dentro de la fe cristiana. Además, tal interpretación debe ser algo que pueda pasar la prueba cuando se juzgue por el Evangelio de Jesucristo.
En segundo lugar, en ningún caso el significado del Antiguo Testamento debe quedar secundario al significado cristiano. En este punto vemos mas claramente la distinción entre la tarea de la exégesis y la traducción y la tarea de la teología y la proclamación. Exégesis en el sentido estricto es la interpretación exacta de un texto en su significado original, mientras que teología y proclamación son esfuerzos que relacionan un texto con una situación particular.
En esta ultima actividad, podemos apegarnos al significado original o ir más allá de él, de modo que el texto venga a ser un texto moderno. Una buena traducción no moderniza el texto; sin embargo, abre el texto para una interpretación y proclamación relevante y significativa.
Algunos ejemplos
Queda de parte nuestra probar las anteriores proposiciones por medio de examinar algunos textos.
Gen. 1:2 , rúaj Elohim
La traducción tradicional de esta expresión es “el Espíritu de Dios” (RV, VM, VI; o “el espíritu de Dios”). Algunos interpretes entienden que esta expresión no significa el espíritu, de Dios, sino un viento recio, tomándolo no como parte de la actividad de Dios, sino como parte del cuadro total de caos que se pinta en el primer verso. Debe notarse que esta interpretación evita el problema de hacer que Dios sea el autor del caos, y acentúa el hecho de que el acto de creación de Dios consiste primariamente en producir orden del desorden en la tierra. A la luz de esta discusión, ¿cuáles son las posibilidades de traducción?
1. Si llegamos a la conclusión exegética de que la expresión rúaj elohim significa Espíritu (o espíritu) de Dios, entonces la traducción debe reflejar esta conclusión exegética. Debemos estar conscientes, sin embargo, del problema que surge cuando la expresión se traduce como Espíritu de Dios (con E mayúscula), porque esto equivale a cristianizar el texto, ya que el Antiguo Testamento normalmente no habla del espíritu de Dios de una manera personalizada. Seria mejor traducir espíritu de Dios (con e minúscula), o el poder de Dios, lo cual es un significado primario de espíritu en el Antiguo Testamento. Algunas traducciones han vertido «espíritu» como un verbo: «Dios tenía poder (o control) sobre todo esto.» En cualquier caso, traducir la expresión como espíritu de Dios o poder de Dios indicaría que este no es parte del cuadro de caos que se pinta en el verso 1, sino más bien, mostraría que, a pesar del caos, Dios aún está en control. En este caso, sería más apropiado usar «pero» como conectivo (véase Moffatt) en lugar de «y» (como en RV).
2. Sin embargo, si llegamos a la conclusión exegética de que el significado de la expresión es «un viento recio,» esto también debe reflejarse en la traducción. Esto significaría que la traducción debe ser fiel al significado de la expresión hebrea aun si en el proceso no apoya algunas interpretaciones teológicas que se derivan de una traducción diferente de la misma expresión.
3. Una tercera posibilidad es que haya un idioma similar al hebreo donde «viento»y «espíritu» se viertan por la misma palabra, entonces esta palabra puede usarse en la traducción, si es natural en este contexto.
4. Lo mejor tal vez sea que cualquiera sea el significado que se ha escogido, debe haber una nota indicando las diversas otras alternativas.
Gen. 1:26 «Hagamos al hombre a nuestra imagen»
1. Esto implica una discusión entre Dios y su corte celestial, significando los seres celestiales que están alrededor de la Deidad y que constituyen su conci1io. Esto es difícil de aceptar, siendo que Dios actúa solo en la creación.
2. El plural es reflexivo: Dios está hablando consigo mismo, y el plural es una forma de «plural de majestad.»
3. La forma plural puede explicarse como un asunto gramatical. Siendo que el término hebreo común para «Dios», o sea Elohim, es una forma plural, así a veces se describe a Dios como hablando en forma plural. El plural es
una herramienta retórica. Un comentador ha escrito: «Un hombre hoy día que delibera sobre un curso de acción puede que diga: «¡Vamos a hacerlo!» cuando quiere decir: «¡Voy a hacerlo!» Un «¿Qué vamos a hacer?» viene naturalmente a los labios del alma perpleja en lugar de «»¿Qué voy a hacer?» … Esta es la clase de lenguaje deliberativo que surge en otras partes de la Biblia. En Genesis 11:7 el conci1io divino halla expresión en un «hagamos» cuando es sin embargo evidente que Yahweh solo esta hablando consigo mismo. Isaiah 6:8 se las arregla para combinar el singular y el plural en la misma auto-pregunta: “¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?” Presumiblemente nada está en juego aquí más que la misma clase de retórica.»
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4. Muchos cristianos, desde los primitivos padres de la iglesia hasta el presente, han visto en estos pronombres plurales una alusión a la doctrina cristiana de la Trinidad.
¿Cuáles entonces son las posibilidades de traducción?
1. Si llegamos a la conclusión exegética de que la forma plural aquí se refiere a Dios hablando a su corte celestial, entonces la forma plural se retendrá en la traducción del Antiguo Testamento, con una nota. Sin embargo, como se indicó arriba, este significado no es muy probable.
2. Si llegamos a la conclusión exegética de que la forma plural aquí es una herramienta por la cual Dios se refiere a sí mismo, entonces hay dos posibilidades abiertas al traductor. Si una forma plural así existe en su idioma y se puede usar en forma natural, entonces el traductor debe animarse a usarla aquí, ya que eso no sería una violación a la intención del texto bíblico.
El problema surge, sin embargo, cuando tal herramienta no está presente en un idioma, o no es natural usarla en este contexto. Retener la forma gramatical del hebreo resulta en un malentendido de la intención del texto bíblico. En tal caso, siendo que el significado bíblico es primario, la elección lógica es cambiar el plural por el singular, tal vez con una nota explicando la forma plural hebrea.
Salmo 45:6 (citado en Hebreos 1:8)
La mayoría de los traductores e intérpretes entienden que Heb. 1:8 es «Tu trono, oh Dios, durará para siempre.” (Hay algunas excepciones, notablemente Moffat y Goodspeed: «Dios es tu trono para siempre.») GNB tiene «Tu reino, oh Dios, durará para siempre,” con una nota: “o: «Dios es tu trono.”
En la otra contraparte del Antiguo Testamento de este verso, hallado en Sal. 45:6, algunas traducciones tienen exactamente lo mismo que en Heb. 1:8 (Goodspeed, NIV, NAB, JB). Otras. traducen en forma diferente; por ejemplo: «Tu trono permanecerá para siempre» (Moffatt); «Tu trono es como el trono de Dios, eterno» (NEB); «Tu trono divino dura para siempre» (RSV, con la nota: «o: Tu trono es un trono de Dios,” o: «Tu trono, oh Dios»); «El reino que Dios te ha dado durará para siempre» (GNB, con nota: o: «Tu reino, oh Dios», o: «Tu reino divino.») No hay duda en cuanto la posibilidad de traducir el texto hebreo de Salmo 45:6 de la misma manera que el texto griego de Heb. 1:8. El principal problema es si tal traducción cabe en el contexto del Salmo. El Salmo 45 es un salmo dirigido al rey, tal vez a David, o tal vez a un rey de la línea davídica. Entonces surge la pregunta de si es apropiado dirigirse al rey como Dios. Muchos comentarios reconocen que al rey nunca se le dirigen como Dios en el Antiguo Testamento, y por lo tanto este verso sería único si se tradujera de la misma manera que Heb. 1:8.
A la luz de esta discusión, ¿cuáles son las posibilidades en la traducción del salmo45:6?
1. Si llegamos a la conclusión exegética de que al rey no se le debe dirigir como Dios, y que por lo tanto es más apropiada una lectura diferente del texto a la luz de todo el salmo, entonces esta conclusión debe reflejarse en la traducción. En tal caso, tal vez debe haber una nota en cuanto a la posibilidad de traducir este verso de la misma manera que Heb. 1:8.
2. Sin embargo, si no hallamos ninguna dificultad en hacer dirigirse al rey como «dios,» entonces tampoco hallaríamos ninguna dificultad en traducir este verso exactamente igual a Heb. 1:8, ya que tal traducción estaría justificada, no sobre bases teológicas ni primariamente por un deseo de armonizar el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, sino en base textual, exegética y lingüística.
Salmo 110:1 comparado con Hechos 2:34
El uso que hace el Nuevo Testamento del salmo 110:1 es obviamente una referencia a Jesús como el Mesías. La mayoría de las traducciones consultadas para este artículo indican esto claramente al capitalizar tanto la primera como la segunda ocurrencia de Señor; por ejemplo, GNB: «El Señor dijo a mi Señor.»
La contraparte del Antiguo Testamento es el comienzo de un salmo de entronización, siendo el rey el sujeto del salmo. La GNB hace clara esta referencia: «El Señor dijo a mi señor, el rey.» Algunas otras traducciones no son tan directas, aunque el segundo Señor no se capitaliza, por ejemplo, la RSV: «El Señor dice a mi Señor.» Algunas otras traducciones capitalizan Señor en ambos casos.
NIV: El Señor dice a mi Señor.
NAB: El Señor dijo a mi Señor.
JB: Oráculo de Yahweh a ti, mi Señor.
¿Cuáles entonces son las posibilidades de traducir este verso?
1. Debe evitarse leer un vocabulario del Nuevo Testamento en el verso. Un ejemplo de una traducción que lee vocabulario cristiano en este verso se ve en La Biblia al Día (The Living Bible): «El Señor dice a mi Señor, el Mesías.»
2. Capitalizar el segundo Señor puede interpretarse como armonizando el verso del Antiguo Testamento con su contraparte del Nuevo Testamento sobre bases teológicas, y por lo tanto debe evitarse.
3. Siendo que el significado del Antiguo Testamento es primario, la traducción de GNB se justifica y es tal vez la mejor manera de evitar cualquier malentendido del verso.
4. Es posible traducir el verso literalmente, sin capitalizar el segundo señor, y con una nota que explique que el segundo señor se refiere al rey. Aunque esto no es tan bueno como hacer explícito el significado del verso, sin embargo puede justificarse sobre la base de que siendo que este verso se cita varias veces en el Nuevo Testamento, es deseable mantenerlo tan cerca como sea posible con la traducción del Nuevo Testamento, siempre que esto esté justificado sobre bases textuales, exegéticas y lingüísticas.
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Traducir el Antiguo Testamento puede ser una tarea muy entusiasmadora. Mi propósito al presentar las sugerencias anteriores es añadir a ese entusiasmo, y en adición, ayudar a garantizar que las traducciones del Antiguo Testamento sean fieles al significado e intención del texto del Antiguo Testamento.