Curso de Biblia
Lección 10
El Misterio de la Vida
1. Hace algunos años un rabino, un ministro, y un sacerdote sostuvieron un debate con Clarence Darrow, el abogado agnóstico, sobre el tema de la inmortalidad del alma. Estos caballeros describieron el alma del hombre con símiles y alegorías, como una entidad sobre la que la muerte no tiene poder. En su discusión de este tema, sin embargo, el clérigo falló en usar algún pasaje de las Escrituras en apoyo de su teoría. Cuando Darrow, el astuto agnóstico, se levantó a hablar, dijo: “¡Vaya! ¡Estos caballeros en ningún momento usaron la Biblia para probar sus afirmaciones y mucho menos citaron de sus páginas!”
2. Puede haber sólo una razón por la que estos líderes religiosos no usaron las Sagradas Escrituras para sostener sus puntos de vista, y es que no hay ningún pasaje en la Biblia que apoye la doctrina de la inmortalidad del alma. Ni una sola vez se dice en las Escrituras que el hombre posee un alma inmortal que vive para siempre.
3. Y sin embargo, millones de judíos y cristianos, y paganos, se aferran a la creencia de que el alma humana es indestructible. Esta enseñanza ha sido transmitida de generación a generación y ha sido por siglos aceptada como verdad. Sin embargo, el tiempo no convierte el error en verdad, ni tampoco la popularidad de una enseñanza errónea la convierte en verdadera.
4. Hubo un tiempo cuando muchos creían que la tierra era plana. Ese error era muy popular en el pasado, pero su popularidad no lo convirtió en una verdad. Si la creencia en la inmortalidad del alma es correcta, ¿por qué la gente tiene miedo de morir? Si la muerte es el pasadizo a una bienandanza inmortal, como algunos pretenden hacernos creer, ¿por qué llorar y lamentar por nuestros difuntos? ¿No sería más consistente alegrarnos de su partida? Al hablar de la muerte, las Sagradas Escrituras enseñan que es un enemigo. Pero viene el día cuando no habrá más muerte, porque “Él destruirá la muerte para siempre; y Yhwh-Elohim enjugará toda lágrima de los rostros de ellos.” Isaiah 25:8 (H).
Enseñanza bíblica sobre la inmortalidad
5. El misterio de la vida y la muerte no se puede resolver en las probetas del laboratorio, ni puede explicarse mediante filosofía humana. La razón y la especulación no sirven de nada aquí. Toda conjetura humana sobre el secreto de la vida o el misterio de la muerte ha resultado infructuosa y carece de valor. Aparte de la revelación divina, el hombre anda en tinieblas.
6. Hablando de la naturaleza del hombre, la Biblia dice: “¿Será el hombre mortal más justo que Elohim?” Job 4:17 (H). Aquel que creó al hombre nos informa que el hombre es mortal, o como Webster define la palabra, “sujeto a la muerte.” En ninguna parte de las Escrituras se nos dice que el Poderoso creó al hombre inmortal. Solamente el Creador es inmortal. Esta gran verdad se recalca repetidamente en las Escrituras Sagradas. Por ejemplo, en el Salmo 90:2 (J) leemos:
* “Antes que los montes fueran producidos, o que Tú hubieras formado la tierra y el mundo, de la eternidad a la eternidad, Tú eres Poderoso.”
Un profeta habla literalmente del Creador como Mélek ‘olám –”Rey de la eternidad,” (Jeremiah 10:10); mientras que otro lo llama ‘Elohé ‘olám –”Poderoso de la eternidad,”(Isaiah 40:28).
7. Siendo que el hombre no posee inmortalidad, se le invita a buscarla. “He puesto delante de ti la vida y la muerte...escoge pues la vida, dice Yhwh.” Deuteronomio 30:19 (J). Si el hombre fuera inmortal, el Poderoso no lo invitaría a buscar la inmortalidad. La Palabra del Poderoso nos asegura que este don se le otorgará a los justos en la venida del Mesías, en la resurrección de los justos muertos.
La doctrina de la resurrección corporal y la creencia en la inmortalidad del hombre son incompatibles y no se pueden armonizar. La resurrección de los muertos no sería necesaria si el hombre ya fuera inmortal por naturaleza. Una persona que no muere ni puede morir, no necesita resurrección.
8. Ningún judío que crea que la Biblia es la Palabra del Poderoso vivo puede suscribirse a la doctrina de la inmortalidad inherente del hombre. Esta posición la afirman líderes religiosos judíos.
“La creencia de que el alma continúa su existencia después de la disolución del cuerpo es asunto de especulación filosófica o teológica más bien que de simple fe, y no se enseña expresamente en las Sagradas Escrituras.” –La Enciclopedia Judía, vol. 6, p. 564, col. 2, art. “Inmortality of the soul.”
Eso significa que necesitamos buscar en las Escrituras Sagradas y no en la “especulación filosófica o teológica,” para saber lo que ha dicho el Poderoso de Israel concerniente al misterio de la vida y la muerte. Hay mucha verdad en esta afirmación: “Solamente mediante el contacto de los judíos con el pensamiento persa y griego echó raíces en el judaísmo la idea de un alma desencarnada, con su propia individualidad.” –Idem., vol. 2. p. 472, col. 2, art. “Soul.”
9. La doctrina de que el hombre es inmortal por naturaleza es de origen muy antiguo. En el principio Yhwh advirtió al hombre que si pecaba por comer el fruto prohibido, “de cierto morirás.” Génesis 2:17 (J). El adversario negó que el Poderoso hubiera dicho la verdad y le aseguró a Adam y a Eva que si lo desobedecían “No morirán.” Génesis 3:4 (J). Y cuando el hombre pecó, Yhwh puso los querubines para guardar la entrada al árbol de la vida, “no sea que [el hombre] alargue su mano, y tome también del árbol de la vida, y coma, y viva para siempre.” Versos 22-24 (J). Así que el Poderoso tomó las debidas precauciones para que nunca hubiera una persona inmortal entre los seres humanos pecaminosos.
Sin embargo, a medida que la humanidad caía más profundo en apostasía y rebelión contra su Hacedor, la doctrina satánica de la inmortalidad inherente del hombre vino a ser una enseñanza fundamental del paganismo. Los egipcios, los hindúes, y otros han creído en la transmigración del alma del cuerpo del muerto al cuerpo de alguna otra persona o animal. Entre los griegos era muy popular la doctrina de la inmortalidad del alma humana. De ellos se infiltró en el judaísmo y en el cristianismo.
Oraciones por los muertos
10. Esta enseñanza pagana de la supervivencia del alma después de la muerte lleva a los paganos a la adoración de los antepasados y al ofrecimiento de oraciones por los muertos. Los chinos ofrecen sacrificios por los muertos. Los japoneses veneran grandemente las almas de los difuntos. El hinduismo está permeado con enseñanzas de la transmigración. Los católicos romanos veneran a los muertos y le rezan a los “santos” que han muerto. Algunos segmentos del judaísmo observan el “Yahrzeit” y repiten el “Kadísh” por los muertos.
En tiempos bíblicos los fieles no seguían ninguna de dichas enseñanzas. No conocían nada sobre ofrecer oraciones por los muertos. Leemos en la Enciclopedia Judía:
“El Kadish tiene una historia notable. Originalmente no tenía absolutamente ninguna relación con las oraciones y aún menos con los muertos. Era la doxología recitada por el maestro o predicador al final de su discurso, cuando se esperaba que despidiera a la asamblea con una alusión a la esperanza mesiánica, derivada especialmente de los Profetas y los Salmos.” –The Jewish Encyclopedia, vol 7, p. 401, col. 1, art. “Kaddish.”
11. El Registro Sagrado declara que la muerte es el resultado directo del pecado. “El alma que pecare, esa morirá.” Ezequiel 18:4, 20 (J). La penalidad por el pecado es la muerte. El terrible aguijón de la muerte fue producido por el pecado. La muerte es tan universal como el pecado. Cada vez que miramos un cadáver frío y sin vida, sabemos que la muerte no es una ilusión ni un fantasma. Nadie necesita convencernos de que es una espeluznante realidad.
* “Los vivos saben que han de morir, pero los muertos nada saben, ni tienen más recompensa; porque la memoria de ellos se olvida. También su amor, y su odio, y su envidia, ya han perecido; ni tienen más parte para siempre en nada de lo que se hace debajo del sol.” Eclesiastés 9:5, 6 (H).
12. La muerte es la antítesis de la vida. La muerte no es otra forma de existencia; es la ausencia de vida. La muerte no es un estado de conciencia; es la ausencia de toda conciencia. Según el texto anterior, “los muertos nada saben.” Ya no pueden amar ni odiar, y en lo que toca a esta vida, ya no tienen parte en ella.
El mismo pensamiento se recalca en el siguiente pasaje:
* “No pongas tu confianza en los príncipes, ni en el hijo del hombre, en quien no hay ayuda. Su aliento sale, él vuelve a su polvo; en ese día perecen sus pensamientos.” Salmo 146:3, 4 (J).
13. En los siguientes textos leemos que el hombre va a la tumba cuando muere, que no tiene recuerdos del Creador mientras está allí, y que duerme hasta el gran día del despertar –el día de la resurrección:
* “Todo lo que tu mano halle que hacer, hazlo con tu poder; porque no hay obra, ni trabajo, ni conocimiento, ni sabiduría, en el sepulcro adonde vas.” Eclesiastés 9:10 (H).
* “Considera y respóndeme, oh Yhwh mi Poderoso: ilumina mis ojos, para que no duerma el sueño de la muerte.” Salmo 13:4 (H).
14. La teología popular quiere hacernos creer que los muertos pueden ver, oír, y sentir; pero las Escrituras enseñan claramente que todas las facultades y órganos que se le dieron al hombre cesan su actividad en la muerte. El cuerpo es el único medio a través del cual pueden funcionar los sentidos. Todos sabemos que uno no puede pensar sin cerebro, ni ver sin ojos. Tampoco puede tocar, saborear, ni oler sin el cuerpo. Así que cuando ponen el cuerpo en el sepulcro, todas las funciones mentales y físicas cesan. Una persona muerta está física, emocional, intelectual, y espiritualmente muerta.
¿Es consoladora la enseñanza bíblica?
15. A una persona que esté de duelo por sus seres queridos puede parecerle más agradable creer que los justos han entrado en las sublimes glorias del paraíso inmediatamente al momento de la muerte. ¿Pero hay en realidad algún consuelo en el punto de vista comúnmente aceptado? Si usted fuera a enviar a su madre anciana a algún centro vacacional para su descanso y tranquilidad, ¿le escribiría usted acerca de cada problema, prueba, y dificultad que los miembros de la familia puedan experimentar en el hogar? Usted no haría tal cosa. ¿Cuánto consuelo entonces obtendrían los seres humanos al contemplar las tristezas y sufrimientos que tan a menudo entran en las vidas de sus seres queridos que dejaron atrás? ¿Cómo podrían disfrutar del cielo en semejantes condiciones? Deberíamos estar agradecidos de que esta errónea doctrina de la inmortalidad inherente del hombre no tiene fundamento bíblico. Los caminos del todopoderoso son los mejores, e infinitamente más consoladores, porque se nos dice acerca del hombre que muere:
* “Sus hijos reciben honores, y él no lo sabe; y son humillados, y él no lo percibe.” Job 14:21 (H).
En el plan eterno del Poderoso, a los muertos se les libra de la angustia de presenciar los sufrimientos que les sobrevienen a los vivos. Duermen el apacible sueño de la muerte (Salmo 13:4), esperando el llamado del Dador de la vida el día de la resurrección. En su infinito amor el Poderoso nos ha revelado estas verdades de Su Palabra Escrita para que recibamos consuelo.
16. Hay muchos malos entendidos en las mentes de muchas personas acerca del significado de la palabra “alma.” Las muchedumbres creen que el alma es algo aparte del hombre físico; que es una personalidad o entidad inmaterial que sobrevive a la muerte y que entonces vuela arriba a regiones etéreas. No hay evidencia bíblica para apoyar ese concepto.
Al considerar la definición bíblica del “alma,” hallamos que el término hebreo que con mayor frecuencia se traduce como “alma” en las Escrituras es néfesh, que generalmente se refiere a una criatura o a una persona. Se usa así en conexión con la creación del hombre según se registra en Génesis 2:7 (H):
* “Y formó Yhwh Elohim al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz el aliento de vida; y el hombre vino a ser un alma viviente [néfesh].”
17. Este texto describe gráficamente la creación del hombre. El Poderoso tomó polvo de la tierra y formó con él un cuerpo humano. Los científicos nos dicen que los elementos constituyentes del cuerpo humano son esencialmente los mismos que los elementos que se hallan en el suelo. Sin embargo, cuando el Poderoso lo formó del polvo de la tierra, Adam no era todavía una criatura viviente. Leemos que “el Poderoso sopló en su nariz el aliento de vida,” y entonces “el hombre vino a ser un alma viviente.” El poder creativo del Omnipotente unió el polvo con el aliento, y cuando se combinaron estos elementos esencialmente diferentes, produjeron una criatura viva, o un alma, o una persona.
Algunas personas se imaginan que el Creador sopló un “alma” en la nariz del hombre. Las Escrituras Sagradas, sin embargo, no enseñan eso. Sostener que se insufló un “alma” en la nariz de Adam implicaría que esa “alma” existía antes de que él mismo fuera creado. Fue el aliento de vida que el creador insufló en la nariz del hombre lo que hizo que Adam viniera a ser un alma viviente, o una persona viva. La Biblia nos dice que un alma es una persona. A los miembros de la familia de Abraham, por ejemplo, se les llama “almas” en Génesis 12:5 (J). En Génesis 46:15, 18, 22, 25, 26, 27, se designa a las personas como “almas.” Se pudieran citar muchas otras referencias semejantes.
18. Al combinar polvo y aliento, el Poderoso, por su poder creativo, produjo un alma, o una persona viva. Semejante poder y sabiduría está más allá de la comprensión de nuestras mentes finitas. ¡Cuán tremenda y maravillosamente fuimos hechos! ¡Qué misterios están envueltos en la personalidad del hombre! Sin embargo, no es más que el resultado de la unión de polvo y aliento por el poder creativo de Yhwh. Encontramos una ilustración en la química. El agua se compone de dos elementos –hidrógeno y oxígeno. El Creador ha dotado a estos dos elementos con propiedades maravillosas, de modo que cuando se combinan en radio de dos (H2O), se produce algo muy diferente, esto es, agua. De manera semejante, por la operación de su poder creativo, el Creador combinó polvo y aliento y, he aquí, el resultado fue algo muy diferente del polvo y el aliento, un ser humano, o un alma viviente –la corona gloriosa de la creación de este mundo. Aunque el término “alma” en sus diversas connotaciones se menciona varios centenares de veces en las Escrituras, ¡nunca se le llama inmortal!
Significado de la palabra “espíritu”
19. Muchas religiones se aferran a la doctrina de que el hombre tiene un “espíritu inmortal.” Usan los términos “espíritu inmortal” y “alma inmortal” intercambiablemente. Ninguno de los dos conceptos es bíblico y, por lo tanto, son erróneos. En la Biblia el término hebreo que con mayor frecuencia se traduce al español como “espíritu” es rúaj. Unas pocas veces neshámah se traduce así también. Neshámah se usa con más frecuencia con referencia al “aliento” de una persona o de un animal; como, por ejemplo, un soplo de viento. Rúaj en la mayoría de los casos significa viento, aliento de aire, o ese elemento vital que comúnmente llamados “vida.” Pero en cualquier sentido que se usen estos dos términos en la Escritura, nunca, de ninguna manera, conllevan la idea de algo que es inmortal.
20. En la Biblia “espíritu” (rúaj) y “aliento” (neshámah) se usan como sinónimos y algunas veces juntos con referencia al hombre. Moisés nos dice en Génesis 2:7 que el Poderoso sopló el “aliento de vida” en la nariz de Adam, mientras que Job declara que “el espíritu del Poderoso” está en su nariz. Citamos:
* “Mientras mi aliento (neshámah) esté en mí, y el espíritu (rúaj) del Poderoso esté en mi nariz.” Job 27:3 (H)
En Génesis 7:13-15 (J) se registra concerniente a la familia de Noé y las bestias, ganado, reptiles, y aves, que “entraron en el arca con Noé, de dos en dos de cada carne en la que está el aliento de vida (rúaj jayím).” Se dice también que fuera del arca “pereció toda carne que se mueve sobre la tierra, aves, ganado, bestias, y todo enjambre que enjambra sobre la tierra, y todo hombre; todo lo que tenía en su nariz el espíritu de vida.” (nishamáth rúaj jayím); todo lo que había en tierra seca murió.” Versos 21 y 22 (J). Esto muestra claramente que toda criatura viva –bestias, ganado, aves, reptiles, enjambres, así como seres humanos– tienen el aliento de vida. De hecho, a las bestias y a las aves se las identifica definidamente en el texto hebreo como “almas vivientes.” (néfesh jayáh) en Génesis 1:20, 21. Por eso se nos dice:
* “Lo mismo que les sucede a los hijos de los hombres les sucede a las bestias; una misma cosa les sucede; como muere uno así muere el otro; sí, todos tienen un mismo aliento (werúaj ejád); así que el hombre no tiene preeminencia sobre la bestia; porque todo es vanidad. Todo va a un mismo lugar: todos son del polvo, y todos regresan al polvo.” Eclesiastés 3:19, 2 (J).
Ahora bien, ¿quién insistiría en que los animales, las aves, los reptiles y los insectos tienen almas inmortales por el hecho de que a ellos también se les llamanéfesh jayáh (almas vivientes) y tienen el nishmát rúaj jayím (aliento o espíritu de vida)?
Las palabras “alma” (néfesh) y “espíritu” (rúaj) se usan centenares de veces en las Escrituras Sagradas con referencia a los hombres, sin embargo nunca se dice que son inmortales. A través de toda la Escritura se enseña claramente que el hombre por naturaleza es mortal y que no posee ni un “alma” inmortal ni un “espíritu” eterno.
¿Qué sucede en la muerte?
22. Por causa del pecado, la muerte ha venido a ser la suerte de la raza humana. A medida que el hombre envejece, sus fuerzas de vida disminuyen y su vitalidad mengua hasta que finalmente viene la muerte. ¿Qué sucede en la muerte? Citamos del Registro inspirado:
* “El polvo vuelve a la tierra como era, y el espíritu (ha-rúaj) retorna al Poderoso que lo dio.” Eclesiastés 12:7 (J).
Esta afirmación está en perfecto acuerdo con el registro mosaico (Génesis 2:7) que dice que como resultado de la unión del polvo y el aliento, Adam vino a ser un alma viviente. En la muerte, como también lo expresa claramente el Salmo 146:4, hay una separación de estos dos elementos, el polvo regresa a la tierra como era, y el aliento de vida vuelve al Poderoso que lo dio. El momento en que se realiza esta separación, todos los procesos de vida del organismo humano vivo cesan, y ocurre la muerte.
Para ilustrar: para producir energía eléctrica son necesarios tanto la bombilla como la corriente. Cuando se corta la corriente, se apaga la luz, y todo lo que queda es la bombilla. No podemos conjeturar ni por un momento que la luz se ha ido a otro lugar. Sabemos que simplemente cesa de existir cuando se rompe la unión de la corriente y la bombilla. Así sucede con el hombre. Podemos comparar su cuerpo con la bombilla y su aliento con la electricidad. Cuando los dos se separan, la vida termina, y el hombre deja de existir por el momento. Él no existe más hasta el gran día de la resurrección cuando el Poderoso abrirá los sepulcros de Su pueblo, y pondrá aliento en ellos, y ellos volverán a vivir. Véase Ezequiel 37:1-14; Isaiah 26:19.
23. La doctrina de que todos los hombres poseen inmortalidad innata como su herencia natural no tiene fundamento bíblico. Es una creencia errónea y equivocada.
¿Por qué está el Adversario tan interesado y es tan incansable en sus esfuerzos por persuadir a los hombres a que crean que poseen inmortalidad inherente o innata? Él espera eliminar así todo deseo de obtener este precioso don, porque sabe bien que nadie buscará algo que cree que ya posee.
¿Es obtenible la inmortalidad?
24. Por milenios, la muerte ha tenido a la humanidad en sus garras de hierro. ¿No hay una manera de escapar de su poder?
Hablando mediante su profeta, el Redentor de Israel expresó esta preciosa promesa:
* “Yo los redimiré del poder del sepulcro; los redimiré de la muerte.” Oseas 1:14 (H).
Cuando se otorgue la inmortalidad
Como se ha dicho, la inmortalidad se les concederá a los justos cuando venga el Mesías. Será entonces que “él se tragará a la muerte para siempre,” y “enjugará las lágrimas de todo rostro.” Isaiah 25:8 (J). Entonces “muchos de los que duermen en el polvo de la tierra se levantarán, unos [los fieles] para vida eterna, y otros [los infieles] para reproche y aborrecimiento eternos.” Daniel 12:1, 2 (J).
25. ¿Ha sido su vida un doloroso vacío desde que su ser querido falleció? ¿Ha sido la tristeza y la soledad su porción desde que ese ser querido fue quitado de su lado por la muerte? Cuando miró por última vez sus nobles rasgos, ¿se le rompió el corazón al pensar que la separación podría ser para siempre? El Padre Celestial no quiere que usted sufra como otros que no tienen esperanza, sino que se consuele con el conocimiento de que pronto, si fue fiel, su tristeza se convertirá en gozo.
26. Mientras tanto, en vista de las perplejidades del mundo presente y de los tiempos problemáticos que tenemos delante, démosle gracias al Poderoso por la promesa de la gloriosa mañana de la resurrección que ciertamente vendrá después de la noche de tristeza.
Después de una sangrienta batalla en Polonia durante la Segunda Guerra Mundial, un padre judío anciano, con una linterna encendida en la mano, recorría el campo de batalla una noche en busca de su hijo. “José,” clamaba, “José, tu padre te llama.” Tras una hora de paciente búsqueda, vio una mano que débilmente se levantaba a poca distancia de él. Sí, el hijo herido reconoció la voz de su padre, y respondió al llamado.
27. Así mismo, amable lector, cuando venga el Mesías a este mundo y llame a los justos muertos de sus camas de polvo, ellos también reconocerán su voz y responderán a su llamado. Regocijémonos de que cada día que pasa nos lleva más cerca de ese glorioso día de reunión.
* “Así dice Yhwh-Elohim: He aquí, yo abriré sus sepulcros, y los haré salir de sus sepulcros, oh pueblo mío;...Y ustedes sabrán que yo soy Yhwh, cuando haya abierto sus sepulcros, y los haya hecho salir de sus sepulcros, y vivan.” Ezequiel 37:12-14 (J).
La siguiente declaración talmúdica muestra que nuestros antiguos maestros acariciaban la esperanza de la resurrección de los justos muertos: “Los justos, a quienes el Santo, bendito sea, resucitará, no volverán al polvo.” –Sanedrín 92a (vol. 2. p. 618, de la edición Soncino de 1935).
(Preparado en inglés por: The Israelite Heritage Institute, Versión española de: Publicaciones Menorah.)